Si realmente te propusieras ser millonario, podrías lograrlo en cinco años.
Yo lo logré en un tiempo menor, pero no fue sencillo. Tuve que hacer miles de sacrificios y superar decenas de obstáculos, pero estaba determinado a lograrlo. Enfrentar la adversidad fue mi mejor maestra y me ayudó a generar el tipo de resiliencia que me permitió “caminar a través del fuego”.
Si logré ser millonario en menos de un lustro, es porque aprendí las siguientes lecciones:
Manejar a las personas
Eventualmente me volví a prueba de balas en este rubro. En el proceso de generar riqueza, aprendí que saber relacionarte con los demás es indispensable. Nadie puede volverse millonario sin tener una actitud asertiva. Debes estar preparado para el momento en el que amigos que creías eran para siempre te den la espalda. Algo que, tristemente, sucede con cierta normalidad en la vida del emprendedor.
Perdonar a las personas
Hubo momentos en mi vida en el que tuve que dejar ir a personas que ya no eran una influencia positiva. No solo eso, en otras ocasiones debí aprender a verdaderamente dejar el pasado atrás para abrir un nuevo capítulo con los seres importantes que sí siguieron a mi lado. Simplemente no tengo el tiempo para cargar con resentimientos. Una vez me atreví a decirle a un primo cómo me sentía sobre el estado de nuestra relación. Extrañamente, murió la siguiente semana. Si no hubiera hecho las paces con él, me habría arrepentido por siempre.
Administrar mis finanzas
En mi primer año de emprendedor apenas si podía comer. Tuve que pagar cargos por sobregirar mis tarjetas de crédito, vender mi automóvil y en general, lo pasé muy mal. Sin embargo, no dejé que esas experiencias se convirtieran en la norma para mí. Decidí aprender todo lo posible del manejo del dinero en cursos de finanzas personales y administración de negocios. En un año mis ingresos se habían incrementado 10 veces.
Hacer sacrificios
Esas experiencias fueron difíciles. La noche anterior a recibir mi primer pago por US$10,000 por hablar ante una audiencia, tuve que dormir en mi coche, congelándome. En ese momento no podía ni costear un hotel. Pero gracias a esas vivencias sé darle al dinero su justo valor.
Enfrentar humillaciones
Una vez estaba formado en el supermercado con US$100 en productos, pero cuando pasaron mi tarjeta, me la rechazaron. Mientras trataba de sacar algún otro plástico que no estuviera sobregirado me di cuenta de que atrás de mí había una fila de 10 personas molestas. Esa noche llegué triste y humillado a mi casa a comer una lata de atún, así, sin nada.
Pedir ayuda
En cierto momento mi negocio llegó al punto en el que no podía crecer más a menos que contratara a las personas correctas. Pedir ayuda jamás fue mi fuerte, pero tenía que hacerlo a pesar de que me sentía todo poderoso. En meses ya tenía un abogado, editor, entrenador personal, chef y demás personal. Al principio tener este apoyo me salió en un ojo de la cara, pero fue gracias a él que superé la barrera del millón de dólares. Muchas personas no piden ayuda porque su ego se los impide.
Superar mis miedos
Reprobé mi clase de inglés tres veces en la preparatoria. Un profesor en la universidad me dijo que ni siquiera me molestara en escribir porque yo simplemente no era bueno. No obstante, seguí escribiendo artículos y notas para fortalecer mi autoconfianza. Hoy mis palabras llegan a millones de personas.
Cambiar mi actitud
Crear excusas era uno de mis peores hábitos. Solía culpar a mi educación, a mis padres y hasta al medioambiente por todo lo que no había logrado, en lugar de tomar el control de mi vida. Eventualmente tuve que aprender a dejar atrás estas limitaciones. Muchas veces debí sentarme frente al espejo y “regañarme” por tener esa mala actitud. Esto me ayudaba a cambiar mi manera de pensar y mejorar mi perspectiva.
Confiar en otros
En mi proceso de forjar riqueza, existieron tiempos increíblemente difíciles en los que me ponía emocionalmente mal y debía acercarme a mis amigos. Esos momentos de vulnerabilidad me ayudaron a manejar mi ansiedad y a liberar las presiones. Al compartir mi vida con otros fui capaz de maximizar mis esfuerzos y hacer los grandes cambios necesarios en mi vida.
Correr riesgos
Antes de llenar de ceros mi cuenta de banco tuve que atreverme a hacer muchas cosas. Tener ese valor requiere de fe en ti mismo y en los demás. La auténtica fe consiste en saber que las cosas se van a dar eventualmente mientras lo creas con todo tu ser. Hay veces en las que deberás dar un salto sin saber en dónde vas a caer. ¿Da miedo? ¡Por supuesto! Pero una vez que estés del otro lado verás que todo valió la pena.
Presentarse (a tiempo)
Antes solía llegar a mis compromisos “elegantemente tarde”. Sin embargo, descubrí que debía corregir ese mal hábito cuando perdí un vuelo internacional (cuyo boleto me costó mucho dinero que en ese momento no tenía). Desde entonces jamás llego tarde a mis compromisos, porque recuerdo lo mucho que me dolió perder ese vuelo.
Volverme profesional
Hay una gran diferencia entre ser aficionado y ser experto. Cuando comenzaba, yomismo diseñaba mis sitios web, me cortaba el pelo y hasta le cambiaba el aceite a mi coche. Todas actividades que no sabía hacer bien, lo que me llevaba a perder tiempo y a frustrarme en el proceso.
Hoy en día sé que es mejor dejarles estas labores a profesionales. De esta manera, puedo concentrarme en lo que realmente hago bien, lo que me permite alcanzar mi potencial. Me rodeo de los mejores en mi negocio. Sí, cuesta un poco más, pero he aprendido que de verdad “lo barato, sale caro”. Eso es lo que te hace profesional.
Estudiar sin descanso
Cada año, sin excusas, leo al menos 100 libros. Todos los días dedico tiempo para convertirme en un experto en mi rama. Y por supuesto, trato de aprender lo más posible de todas las personas con las que hago contacto.
Adquirir nuevas habilidades
Necesitas tener habilidades que paguen las cuentas. Siempre practico mis charlas, escribo un mínimo de 3,000 palabras al día, mando miles de correos electrónicos en la semana y tengo varias llamadas telefónicas importantes durante mi jornada. Todo me hace un mejor profesional.
Atrapar las oportunidades
Antes manejaba por horas para dar una charla gratis. Aunque no recibía un pago monetario, esta experiencia fue realmente valiosa pues me enseñó de negocios y me dio la oportunidad de conectarme con expertos de todo el mundo. Las mejores oportunidades de mi vida nacieron de momentos en el que el dinero era un factor mínimo.
Y dejar pasar oportunidades
Cuando mi empresa creció, debí sentarme con la cabeza fría a estudiar qué oportunidades de negocio eran verdaderamente valiosas. Es decir, no puedo darme el lujo de aceptar trabajos de US$10,000 cuando hay ofertas de un millón. ¿Suena avaricioso? La verdad es que trato de pasar esas oportunidades a colegas que van empezando.
Pensar diferente
Una de las grandes decisiones de mi vida fue cambiar mi pensamiento de consumidor a productor. Aquí la diferencia: los consumidores comen pizza, mientras que los productores ganan con la pizza. En lugar de cumplir todos mis caprichos busqué maneras de generar valor y ayudar a otros.
Dar sin descanso
Cuando era adolescente me burlaba de las personas que hacían trabajo voluntario en mi comunidad. A los 20 años la historia era diferente pues yo apoyaba en cuanta causa se me cruzara enfrente. Mi vida se transformó cuando entendí el valor de dar mi tiempo, dinero, energía y creatividad a otros. Cuando das sin restricciones, recibes mucho más de regreso. Descubrí que las personas ricas son aquellas que dan más. El secreto de la vida es dar.
Fijar metas “jugosas”
Debes ponerte objetivos que te asusten poquito y tienes que ser ultra específico cuando los pongas por escrito. En mi primer año de negocios entregué sangre, sudor y lágrimas para cumplir mis sueños. Pasá muchas noches sin dormir para cumplir con mi trabajo. Hoy he logrado más de lo que pude imaginar.
Seguir mi propósito
Está bien tener un sueño, pero el verdadero éxito y plenitud llegan cuando ese propósito se vuelve más importante que tú, cuando das el mejor esfuerzo para que tu obra cambie al mundo. Si tus metas son más grandes que la riqueza personal, lograrás lo que te propongas.
Déjame simplificar cómo puedes convertirte en millonario en menos de cinco años: sé tú mismo. Solo toma las oportunidades que te permitan crecer y recuerda que si tienes un verdadero compromiso, serás rico antes de darte cuenta.
*Daniel Ally es un millonario especialista en temas de negocios y desarrollo personal.
Via Soy Entrepreneur